29.7.09

El género no me genera,

estoy en falta.

Generarme es lo primero.

Género: género A, género B, ¡GÉNERO!

¿Generar qué? AB, genero ARTE.

Ser común, generarte como segundo paso.


Creo, y mientras

una delicada mecánica mágica

viene y pide explicaciones.

Me desgarro.

Decisión imprevisible me obliga a modificar.

¿Tempestad o calma?

No genero. Me manipula.

Desborde catastrófico y descompensador.


Finitud de elementos resurgen

y en lo establecido me abstraigo y libero.

Abatimiento y exaltación.

Algo se desprende y la lucha desfallece.

Me dejo gobernar.

De adentro a afuera el código se hace formal.

Y me genera.


Me someto,

interactúo

y me domino en combinaciones por un proceso sustancial.

Es una figura en una línea.

Generatriz que engendra y clasifica

¿Una? ¿Sola? Es un eterno padecer.

Tambaleo,

y en soledad engendro.

¿Genero? ¿O SOLO escribo?


(Paulina)



25.7.09

TEXTOS-GENERO

Todo se dobla en su espejo irreversible, las formas, los conceptos, los contenidos.

Todo es disoluble, bajo un gran manto que cubre las finitas cosas. Y las infinitas, dobladas en si mismas, sin una nominación que las deje ser. Nada que las nombre.

El lenguaje; catálogo perverso de lo finito y supuesto. Es nuestro mundo, y el género forma parte de su composición.

La realidad es algo ajeno a nuestro entendimiento, un mundo de supuestos, de sombras, de alejados arquetipos que juegan con nuestra mente, siempre distante de los objetos. Esa distancia que se nos hace infinita, es hipérbola que ya no es parábola, que deja ver que algo no se sostiene y todo es un caos, oculto tras una maya que ya no alcanza a cubrir. Quizás los barrotes de la jaula estén corroídos por el óxido del tiempo y la repetición, al punto que algo se deja ver, que cruzamos miradas con el otro lado, con el afuera del lenguaje.

Cruce de soledad y nada, de silencios, de abandono, de la más simple pero indefinida comunicación. La que quizás penetre en el ser de las cosas eso que M. Heidegger pensó encontrar dentro del arte y la poesía. Pero tal vez sea, a un costado de las artes, camina al lado de la poesía sobrepasa la metáfora.

El género es sin duda una limitación sino la más grave del lenguaje imaginario. Es por él, la dosificación del carácter en las cosas, su supremacía, su origen, su consistencia, es la oposición por definición pero desde el comienzo, desequilibrada. No es un equilibrio sino una balanza rota que fragmenta el ser en partes dispares que juegan a moverse dentro de un equilibrio manipulado sino por el lenguaje sino por el ser humano sino por el ser intrínseco de las cosas (que se niega a ser nombrado, tocado, poseído). Esta última es la que menos contemplo por ser esa máscara típica del ser humano, a quien las cosas se le son vedadas por un ente externo y omnipotente, algo fuera de ellos. Y no se reconoce o se contempla la negación personal, la limitación por estupidez, a ver las cosas como son, desnudas de nominaciones, sino que se ven como se aprenden. ¿Esta perversa relación con el ser de las cosas se sostiene por algo inconsciente, a llamar el Goce? En muy probable que la falta, que esa pérdida de la esencia de las cosas prolongue esa necesidad de mantener lejos al ser. Por eso quizás los poetas estemos tan cerca de la muerte y de la vida, solo por la doble falta, evanescencia del goce.



Donde la línea se quiebra bajo la lágrima

Sobre los abismos sin nombre,

Tras las mascaras de la nominación

La falta, el género roto

La libertad y la dulce desesperación de no saber

De no tener donde, sin la angustia, con la cara oculta de todas las monedas.

Y el silencio y la jaula rotos dentro de lo infinito inopinable y perenne

(Iván)

diálogo de género

la necesidad de la urgencia
la satisfacciones de sentirse presionado
saberme lejos
menguar asfalto
solicitarse ajenos
satisfacción errante.
(Gaby)